La vida de Cristian no fue un sendero llano, pues no solo debía enfrentar las limitaciones impuestas por su condición, sino también lidiar con la desolación al perder a sus progenitores. Mayor de edad, luchaba por completar sus estudios primarios. Aislado en la casa familiar, debió abandonarla a raíz de un malentendido con su hermano. La mediación surgió como un faro, ofreciéndole un hogar y el abrazo cálido de la contención.